Prólogo

Ondergraund.com de Juan Anto­nio Rodríguez Pagán:
elu­si­va y con­tun­dente picaresca ‘queer’
1

por Car­los Vázquez Cruz
UNC—Chapel Hill

En 2017, a diez años del fal­l­ec­imien­to del int­elec­tu­al puer­tor­riqueño Juan Anto­nio Rodríguez Pagán, su edi­tor extrae de la com­puta­do­ra que heredase de él, el man­u­scrito de una nov­ela breve, Ondergraund.com, pub­li­ca­da clan­des­ti­na­mente por el autor en 2007 bajo el seudón­i­mo “Toni Botero”. Una vez rev­e­la­da la iden­ti­dad real del escritor, aquel rela­to del cual sólo se impri­men doce copias comien­za a des­bor­darse de ref­er­entes y sig­nifi­ca­dos que lo enrique­cen. Tal clan­des­tinidad, la temáti­ca homo­sex­u­al, el hecho de que su creador fuese una figu­ra recono­ci­da de la esce­na cul­tur­al en la isla, y el número reduci­do de copias impre­sas, conectan su prop­ues­ta con las de escritores antil­lanos como el cubano Alfon­so Hernán­dez Catá –quien, en 1928, da a la luz en España su nov­ela El ángel de Sodoma bajo el sel­lo Mun­do Lati­no, edi­to­r­i­al que él mis­mo fun­dase– y el domini­cano Pedro René Con­tín Aybar –quien, en 1943, difunde en San­to Domin­go sólo 30 copias mimeografi­adas de su poe­ma Biel, el mari­no.

En lo que respec­ta a este ensayo, com­pete definir dos tér­mi­nos de reciente cuño: “queer­caresca”, adju­di­ca­do por Rafael Aceve­do (2015) a la atmós­fera y los ras­gos picarescos detecta­bles en los cuen­tos de Luis Negrón en Mun­do cru­el (2010), y “queer migra­tion”, pre­sen­ta­do por Lawrence La Foun­tain-Stokes en Queer Ricans (2009) para des­ig­nar al catál­o­go de per­son­al­i­dades gays puer­tor­riqueñas de primera y de segun­da gen­eración en los Esta­dos Unidos, en su may­oría forzadas a aban­donar Puer­to Rico como con­se­cuen­cia de su ori­entación sexual.

El tér­mi­no de La Foun­tain-Stokes sirve como som­bril­la que ampara el “sex­ilio” prop­uesto por Manolo Guzmán en 1997 y reelab­o­ra­do en 2011 por Yolan­da Martínez-San Miguel. Sin embar­go, a difer­en­cia de este, tam­bién abar­ca el “exilio inte­ri­or” o “insilio”, a través del cual Miguel Sal­abert denom­i­na la exis­ten­cia “cau­ti­va y mar­gin­a­da en sus propias entrañas físi­cas” (11). De acuer­do con Daniel Illanes, “[e]l insilio se tra­ta de estar sin ser den­tro de la propia patria. Es una iden­ti­dad vul­ner­a­ble porque es una memo­ria reprim­i­da. El insilio se car­ac­ter­i­za por el silen­cio” (32). El críti­co enlaza el tér­mi­no al acto escrit­ur­al al comen­tar que “a par­tir de la escrit­u­ra con mar­ca de género…es factible pen­sar en cier­to nomadis­mo iden­ti­tario que para escribir sitúa al cuer­po como lugar de enun­ciación” (Illanes 32).

Este tra­ba­jo pre­sen­ta la men­ciona­da nov­ela de Rodríguez Pagán, reflex­iona sobre su inscrip­ción den­tro de una tradi­ción picaresca gay que ger­mi­na del mis­mísi­mo Lazaril­lo de Tormes, y plantea sus desplaza­mien­tos entre el tex­to vir­tu­al y el libro mate­r­i­al como platafor­mas inher­entes a fugas y búsquedas propias de escritores gays a través del tiempo.

En cuan­to al autor de la obra que nos ocu­pa, Miguel Ayala (2007) detal­la su con­stante activi­dad has­ta el momen­to inmedi­a­to a su muerte. Rodríguez Pagán se dis­tingue como Escritor Res­i­dente del recin­to de Humacao de la Uni­ver­si­dad de Puer­to Rico (UPRH), en donde lab­o­ra durante 38 años y, entre otras respon­s­abil­i­dades, dirige el Depar­ta­men­to de Español en, por lo menos, dos oca­siones. Además, fal­l­ece en fun­ciones como pres­i­dente del PEN Club de Puer­to Rico y como direc­tor de la com­pañía de teatro Pro­duc­ciones Cun­di­amor. Entre sus obras, se desta­can Gabriela Mis­tral: Voz de la Améri­ca his­páni­ca (1969), Lor­ca en la líri­ca puer­tor­riqueña (1979), El otro lado de El públi­co, de Lor­ca (1999) y Julia en blan­co y negro (2000), ref­er­en­cia oblig­a­da para los estu­diosos de nues­tra indis­cutible poeta nacional, Julia de Bur­gos. Sin embar­go, aunque tan­to Ayala como el Depar­ta­men­to de Español de la UPRH rev­e­lan que Rodríguez Pagán deja inédi­ta la nov­ela Con­ven­to de clausura (Ayala nd) o “por lo menos una nov­ela” (DE 9), ninguno evi­den­cia entonces cono­cer la exis­ten­cia de Ondergraund.com, par­o­dia –en parte– de La vida de Lazaril­lo de Tormes y de sus for­tu­nas y adver­si­dades y que, como ella, exhibe “la auto­bi­ografía de un per­son­aje de ínfi­ma condi­ción social que pre­tende jus­ti­ficar cíni­ca­mente su deshon­ra” (El Lazaril­lo 39).

Queer­caresca

Ondergraund.com nar­ra la his­to­ria del pro­tag­o­nista homón­i­mo, quien afir­ma haber naci­do de la Inter­net y cuen­ta –val­ién­dose de anacro­nis­mos, sobre­do­sis inter­tex­tuales, lengua­je descar­na­do e hila­rante humor– su hiper­ac­tivi­dad eróti­ca flo­re­ciente en las entrañas de un espa­cio geográ­fi­co que pud­iese retratar al Puer­to Rico rur­al de la ter­cera parte del siglo XX. La obra dialo­ga en más de un sen­ti­do con su molde, El Lazaril­lo de Tormes: uti­liza el seudón­i­mo en vez del anón­i­mo y susti­tuye el trata­do (del ver­bo “tratar”) por la entre­ga (del ver­bo “entregar[se]”) con tal de abonar a la polisemia de ambos, proce­dente uno del trata­do como doc­u­men­to y la otra de la nov­ela por entre­gas. Además, reflex­iona sobre el tema de la homo­sex­u­al­i­dad pre­sente en la obra fundadora.

Rodríguez Pagán enfa­ti­za que el “Trata­do Cuar­to” del Lazaril­lo es “una cróni­ca vela­da del homo­sex­u­al­is­mo entre los mon­jes” (60). Para col­mo, añade en su “Quin­ta Entre­ga” el supuesto frag­men­to que llena la elip­sis deja­da por Lázaro cuan­do expre­sa: “por esto, y por otras cosil­las que no digo, salí dél” (Rodríguez Pagán 60; El Lazaril­lo 157). En resum­i­das cuen­tas, Ondergraund.com no sólo pre­tende copi­ar, sino tam­bién criticar y com­ple­tar su referente.

Tal rev­elación no resul­ta gra­tui­ta. En “Los zap­atos rotos del Lazaril­lo de Tormes”, José Manuel Pedroza sostiene que “todo el episo­dio [refir­ién­dose al ‘Trata­do cuar­to’] con­tiene veladas alu­siones a rela­ciones homo­sex­u­ales y forzadas impues­tas por el fraile de la Merced” (72). Y es esa elip­sis en el tex­to orig­i­nal, que no afir­ma ni con­cede, la que per­mite a var­ios escritores gays apropi­arse de la picaresca como mod­e­lo por antono­ma­sia y esgrim­ir­la, tan­to para trans­gredirla como para pon­er sobre el tapete dis­cu­siones rel­a­ti­vas a la homo­sex­u­al­i­dad y los homo­sex­u­ales según geografías o momen­tos especí­fi­cos. Enun­ciar y elab­o­rar, en el siglo XX, lo que aquel autor anón­i­mo del siglo XVI no pudo siquiera artic­u­lar ha sido la encomien­da asum­i­da por el mex­i­cano Luis Zap­a­ta en El vam­piro de la colo­nia Roma (1978) y por los españoles Eduar­do Men­di­cut­ti y Car­los San­rune en Siete con­tra Geor­gia (1987) y El glad­i­ador de Chue­ca (1992), respec­ti­va­mente. Dado lo ante­ri­or, aunque Aceve­do crea y apli­ca el tér­mi­no “queer­caresca” a un tex­to reciente, no cabe duda de que Ondergraund.com y los ante­ri­ores mere­cen engala­narse con tal con­cep­to en la crítica.

Aun cuan­do las nov­e­las men­cionadas exhiben rup­turas en relación con la fuente pri­maria –sea en la for­ma del títu­lo, en la pres­en­cia o ausen­cia de los sub­tí­tu­los, en la emer­gen­cia de un reg­istro letra­do (aunque trav­es­ti­do) de la voz nar­ra­ti­va– la queer­caresca de Rodríguez Pagán vio­len­ta el pro­totipo regre­san­do a él. Sin embar­go, se dis­tan­cia años luz de sus prece­dentes por un hecho sin­gu­lar: es ya el siglo XXI, y Ondergraund.com se inau­gu­ra en un blog.

El domin­go 25 de junio de 2006, a las 5:40pm, http://www.ondergraund.blogspot.com ade­lan­ta un frag­men­to de la “Primera entre­ga” –hib­ri­dación entre el primer y el últi­mo capí­tu­los del tex­to impre­so– a man­era de provo­cación y pub­li­ci­dad, e ins­ta a los lec­tores a com­prar­lo. En otras pal­abras, la obra que aparece en el libro nace en la inter­net, pero, en la últi­ma pági­na, la nov­ela devuelve a los lec­tores al cibere­s­pa­cio para, des­de ahí, recomen­dar­les de nue­vo el tex­to, cre­an­do una especie de lim­bo entre la platafor­ma vir­tu­al (blo­gos­fera) y la mate­r­i­al (imprenta).

Al respec­to, Ondergraund.com mod­i­fi­ca el final de El vam­piro de la colo­nia Roma. Esta últi­ma cul­mi­na cuan­do el pro­tag­o­nista sueña con que los extrater­restres lo rapten hacia el espa­cio sider­al. En la ante­ri­or, el per­son­aje prin­ci­pal retor­na al espa­cio vir­tu­al. Ello per­mite iden­ti­ficar cada obra como hija de su tiem­po, y señalar, en ambas, fac­etas de la fuga.

Platafor­mas textuales

Esa fuga, cual fenó­meno migra­to­rio, mar­ca la vida de Onder­graund des­de antes de nac­er. El ori­gen de sus padres y sus múlti­ples desplaza­mien­tos deter­mi­nan los movimien­tos del pro­tag­o­nista a través de la tra­ma. Por ende, com­pete recal­car aquí la migración vir­tu­al2 acon­te­ci­da al final porque la vir­tu­al­i­dad funge como locus alter­na­ti­vo –o no-lugar– que le facili­ta al suje­to gay dis­eñar alter-egos, a la vez que rebasar las fron­teras nacionales de comu­ni­cación e, inclu­so, tornarse (casi/­pseu­do-) indetectable.

La relación entre los homo­sex­u­ales y las tec­nologías, sobre todo de com­putación, se han demostra­do en tra­ba­jos como “A Queer His­to­ry of Com­put­ing”, ensayo en cin­co partes pub­li­ca­do por Jacob Gaboury (2013), Queer Online: Media, Tech­nol­o­gy and Sex­u­al­i­ty (O’Riordan & Phillips, eds. 2007) y “QueerOS: A User’s Man­u­al” (Bar­net, Blas, Cár­de­nas, et al 2016). De esta for­ma, la apari­ción del cibere­s­pa­cio destapa nue­stro perío­do históri­co como época de explo­ración en cuyo trán­si­to autores y per­son­ajes dotan sus exis­ten­cias de una dis­cur­sivi­dad ulte­ri­or (sub)yacente o implíci­ta en el medio que fije o trans­mi­ta el men­saje: el email, el blog, la inter­net… Por ello, el espa­cio vir­tu­al trans­mu­ta las man­eras en que los gays hacen comu­nidad, sea para pactar encuen­tros sex­u­ales o para lev­an­tar su activis­mo des­de una amplia gama de flan­cos, inclu­i­da la escrit­u­ra, si evo­camos el “nomadis­mo iden­ti­tario que para escribir sitúa al cuer­po como lugar de enun­ciación” (Illanes 32).

Cabe reflex­ionar sobre las diver­sas platafor­mas tex­tuales que inci­den en la pro­duc­ción y el dis­cur­so de estas lit­er­at­uras. En primer lugar, la nor­ma imper­ante durante sig­los: la imprenta, la cual estam­pa códi­gos lingüís­ti­cos y bib­li­ográ­fi­cos –entre los que pri­ma el nom­bre del autor como máx­i­mo poder sobre el pro­duc­to lit­er­ario. Por eso, en Lazaril­lo de Tormes el anon­i­ma­to soca­va tal autori­dad y deviene en insur­rec­ción en torno a los pro­to­co­los que recono­cen la creación, la pos­esión y el pres­ti­gio de quien se adju­di­ca una obra. Tal rebe­lión es la que procu­ran man­ten­er, a la vez que atem­per­ar a su época, los escritores pos­te­ri­ores, val­ién­dose –Zap­a­ta, Men­di­cut­ti y San­rune (entre 1978 y 1992)– de las cin­tas de audio y –Rodríguez Pagán (en la primera déca­da del 2000)– de la inter­net. Asimis­mo, sus prop­ues­tas ade­lan­tan la redefini­ción del esce­nario cyberqueer en tan­to conectan al indi­vid­uo en cuestión con los arte­fac­tos tec­nológi­cos que lo comple(men)tan.

Debe­mos rescatar la aso­ciación tradi­cional que, des­de el sicoanáli­sis, se hace entre el suje­to gay y el nar­ci­sis­mo con tal de esbozar sus nuevas modal­i­dades. Hay que señalar la pági­na en blan­co como esa char­ca o espe­jo orig­i­nal de la escrit­u­ra sobre el que cada autor incli­na el ros­tro y se auto­con­tem­pla a través de lengua­jes y per­son­ajes que fluyen de sí, a la vez que lo refle­jan. Después de todo, estos últi­mos cohab­i­tan en él, y el “Yo” que pro­nun­cian resue­na den­tro de su mente. La ver­sión más actu­al­iza­da e indis­cutible de dicho espe­jo la con­sti­tuye la pan­talla del orde­nador, ante la cual tra­ba­jan los escritores sin adver­tir o cues­tionar su pro­pio refle­jo, casi imper­cep­ti­ble en ella.

Queer­caresca” y “migración queer” con­ver­gen en Ondergraund.com porque, en últi­ma instan­cia, la nov­ela impli­ca la sal­i­da furi­bun­da de un sitio al que, sin reme­dio, se retor­na, pero que jamás será el mis­mo por ubi­carse en un espa­cio impre­ciso y hal­larse en con­stante movimien­to. Dicho hábi­tat, dis­fraza­do de útero –“Alguien me dijo que, en salien­do del vien­tre de mi madre, de haber tenido madre… aque­l­la debió lla­marse Onder Graún­da”–, es “[l]a Inter­net, mi madre aman­tísi­ma” (Rodríguez Pagán 25, 74). Por tan­to, el libro comien­za con el nacimien­to de un ser y de su his­to­ria, para con­cluir con la difumi­nación del pro­tag­o­nista en el cibere­s­pa­cio, paradóji­ca­mente, como suerte de cár­cel –“De ahí ven­go yo y hacia allí me diri­jo… En http://www.ondergraund.blogspot.com estoy a tus gratas órdenes”– para per­manecer “pre­so en mis propias redes” (Rodríguez Pagán 75).

La evo­ca­da relación mater­nofil­ial remite a la ‘repro­duc­ción’, con­cep­to común al cir­cuito bib­li­ográ­fi­co y tec­nológi­co, o al de las platafor­mas tex­tuales. El libro se repli­ca por copias; cier­tas partes del blog pre­sumen de duplicar a sus homólo­gas en el tex­to impre­so, y la pre­sente edi­ción de Ondergraund.com tam­bién se ofrece a los lec­tores como la nov­ela. A este respec­to, la inter­net alu­di­da como madre de lo clan­des­ti­no, además de repro­duc­to­ra, deviene en ele­men­to “viral” y “rizomáti­co”. Lo viral se admite, ya que la tra­ma tam­bién alude a “enfer­medades de trans­misión sex­u­al”, “sífil­is”, “gonor­rea” y “SIDA” (Rodríguez Pagán 43, 73).

Lo rizomáti­co ani­da en el carác­ter huidi­zo, ina­si­ble, de escapis­mo pro­fun­do, que se advierte entre lo vir­tu­al y lo mate­r­i­al, el tríp­ti­co protagonista–seudónimo–autor real, así como la dual­i­dad Ondergraund–administrador del blog vs. Ondergraund–actante de la fic­ción nar­ra­ti­va. Todos val­i­dan el que se vin­cule la nov­ela de Rodríguez Pagán a otro tér­mi­no de la infor­máti­ca: la redun­dan­cia3 o “repeti­ción de la información…que per­mite, a pesar de la pér­di­da de una parte de esta, recon­stru­ir su con­tenido” (DRAE, 2018).

En Ondergraund.com, el autor tran­si­ta con hol­gu­ra entre la con­cre­ción del libro y la abstrac­ción web, entre el inte­ri­or y las afueras de un clóset, entre ros­tro y más­cara, entre “faz” e “inter­faz”, si le apli­camos la “conex­ión, físi­ca o lóg­i­ca, entre una com­puta­do­ra y el usuario” (DRAE 2018). Debido a ello, los onomás­ti­cos de Rodríguez Pagán –en apari­en­cia, inde­pen­di­entes– tam­bién con­statan el juego infal­i­ble de alteri­dades en su maquinar­ia narrativa.

A modo de repa­so, recordemos que la incor­po­ración de la red como medio para nar­rar las aven­turas amorosas gays de modo lit­er­ario no es exclu­si­va, ni debe inter­pre­tarse como prim­i­cia de Rodríguez Pagán. En 2005, en España, Álex Rei obtiene el VII Pre­mio Odis­ea con El diario de J. L., libro que reúne las reflex­iones y aven­turas de un hom­bre gay, via­jante, deseante, en con­tin­uo diál­o­go con el mun­do explo­rado. Se tra­ta de un ente inmer­so en autode­s­cubrim­ien­tos, mien­tras nave­ga las sutilezas cotid­i­anas que traslu­cen por los resquicios de una supues­ta banal­i­dad despam­panante. La nov­ela de Rei pre­sum­i­ble­mente nos deja un heredero direc­to en el Diario de una puta humilde de David Caleb Aceve­do (2012), quien tam­bién reúne gran parte de las entradas que pub­licara en su blog a par­tir de 2006.

Des­de Rei, pasan­do por Rodríguez Pagán y ter­mi­nan­do por este otro Aceve­do, se con­sta­ta un diál­o­go de lit­er­at­uras gays his­panoamer­i­canas que se prop­i­cia o cor­re­sponde en torno a for­mas más con­tin­uas y dramáti­cas sig­nadas por tec­nologías acel­er­adas capaces de rebasar geografías. Tam­bién, estas rela­ciones dela­tan una tran­si­ción inver­sa de las platafor­mas tex­tuales, ya que esta­mos ante libros inau­gu­ra­dos en la vir­tu­al­i­dad de la inter­net –al pare­cer frágil o pere­ced­era– y que vuel­ven a la mate­ri­al­i­dad tradi­cional de la pági­na, como una especie de ‘via­je a la semi­l­la’.4

Con­clusión

Ondergraund.com equiv­ale a resquicio de lib­er­tad: escribir(se), articular(se), pronunciar(se), evanescer(se). En esos ver­bos se con­mu­tan man­eras de fabular(se) y de fabricar(se): se hil­vana una red de rela­ciones por medio de las cuales el autor aspi­ra a la per­pe­tu­idad de su obra y, en ella, a la preva­len­cia de múlti­ples fic­ciones de sí. En tan­to líqui­da e inter­sti­cial, esta nov­ela nos enseña lugares de enun­ciación que inci­den en torno a una pieza lit­er­aria: la relación con y la trans­gre­sión de su mod­e­lo; la migración del ser y de las platafor­mas sobre las cuales se erige; la instau­ración de nuevas tec­nologías como exten­sión cor­po­ral (cuerpo/corpus), y la búsque­da ince­sante de artis­tas que escriben –des­de los límites pro­pios, del género lit­er­ario y de su tiem­po– las expe­ri­en­cias que les ha tat­u­a­do su his­to­ri­ci­dad biológ­i­ca. Ante sus con­ta­dos (des)encantos, un pro­tag­o­nista nave­ga por la inter­net o se declara ciber­nau­ta de un espa­cio vir­tu­al y nos deja Ondergraund.com como nave ancla­da cual evi­den­cia de que una vez tocó tier­ra, pero optó por levar anclas, quizás para ren­con­trarse –en otro plano– con su autor.

Tra­ba­jos citados

Aceve­do, Rafael. “NO tolero a los gays”. Clar­i­dad. 22 junio 2010. 12 mar. 2015. Web.

Ayala, Miguel. “Juan Anto­nio Rodríguez Pagán”. Panaceas y Place­bos. 12 agos­to 2007. Web.

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Dic­cionario de la Lengua Españo­la (DRAE). Madrid: Real Acad­e­mia Españo­la, 2018. Web.

Genettte, Ger­ard. Umbrales. Tra­duci­da por Susana Lage. Méx­i­co: Siglo XXI, 2001.

Guzmán, Manolo. “‘Pa’ la escueli­ta con mucho cuida’o y por la oril­li­ta’: A Jour­ney through the Con­test­ed Ter­rains of the Nation and Sex­u­al Ori­en­ta­tion”. Puer­to Rican Jam: Rethink­ing Colo­nial­ism and Nation­al­ism. Edi­ta­do por Frances Negrón-Muntan­er y Ramón Gros­fo­gel. Min­neapo­lis: U of Min­neso­ta P, 1997. 209–28.

Depar­ta­men­to de Español (DE). Cuadriv­i­um, 7–9. 5 (2007): 9–10, 97–146.

Illanes, Daniel “Chango”. “Exilio e insilio: Una mira­da sobre San Juan, su uni­ver­si­dad y las heren­cias del pro­ce­so”. U: Revista La Uni­ver­si­dad. 3.19 (2006).

La Foun­tain-Stokes, Lawrence. Queer Ricans: Cul­tures and Sex­u­al­i­ties in the Dias­po­ra. Min­neapo­lis: Uni­ver­si­ty of Min­neso­ta Press, 2009.

Kot­tow, Andrea. “El SIDA en la lit­er­atu­ra lati­noamer­i­cana: Prác­ti­cas dis­cur­si­vas e imag­i­nar­ios iden­ti­tar­ios”. Aies­the­sis 47 (2010): 247–60.

Martínez-San Miguel, Yolan­da. “‘Sex­il­ios’: Hacia una nue­va poéti­ca de la eróti­ca caribeña”. Améri­ca Lati­na Hoy 58 (2011): 15–30.

O’Riordan, Kate y David J. Phillips, eds. Queer Online: Media Tech­nol­o­gy and Sex­u­al­i­ty. Nue­va York: Peter Lang Pub­lish­ing, 2007.

Pedroza, José Manuel. “Los zap­atos rotos del Lazaril­lo de Tormes”. Analec­ta Malac­itana 36 1–2 (2013): 71–100.

Rodríguez Pagán, Juan Anto­nio (bajo el seudón­i­mo de Toni Botero). ON.DER.GRAUND. com. San Juan: CLANDESTINO, 2006a.

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Sal­abert, Miguel. El exilio inte­ri­or. Barcelona: Antho­pos, 1998.

  1. Ponen­cia pre­sen­ta­da como parte del pan­el “Iden­ti­dades queer en clave caribeña” durante el con­gre­so Cal­ibanías y caribeñi­dades: Espa­cios y topografías en Mar­quette Uni­ver­si­ty el viernes, 6 de abril de 2018.

  2. 3. Inform. Paso de los pro­gra­mas, archivos y datos de un sis­tema des­de una deter­mi­na­da platafor­ma tec­nológ­i­ca a otra difer­ente” (DRAE, 2018).

  3. La ‘redun­dan­cia’ se devela tam­bién de man­era obvia al calce de la “Primera entre­ga” pub­li­ca­da en el blog, en que —como se dijera antes— ONDER.GRAUND ase­gu­ra con­tar su his­to­ria “de boca de Toni Botero” (Rodríguez Pagán 2006b), mien­tras que, en la “Nota Bene”, la voz edi­to­r­i­al con­fir­ma que “On.Der.Graund.com es [la] ópera pri­ma” de Toni Botero (Rodríguez Pagán 2006a: 2). Por lo tan­to, que­da en evi­den­cia que ambos son la mis­ma per­sona. Ello sin con­tar que, años después, se cono­cería la pres­en­cia tras basti­dores de Rodríguez Pagán, autor real de la nov­ela. Como con­se­cuen­cia, los tres se fun­den en una mis­ma enti­dad. Den­tro de la dié­ge­sis, otra made­ja se con­suma cuan­do ONDER.GRAUND, el per­son­aje del blog con­fiesa ser el pro­pio Ondergraund.com, el pro­tag­o­nista –“la his­to­ria de mis anh­e­los y desven­turas, la cuen­to en On Der Graund.com” (Rodríguez Pagán 2006b). Entonces los extremos vir­tuales y lit­er­ar­ios se conectan: el escritor real res­guarda­do allende la obra, y el alter ego que ejerce poderosa, gus­tosa, estri­den­te­mente, su homosexualidad.

  4. La exper­i­mentación de autores gays lati­noamer­i­canos con la red cibernéti­ca puede ras­trearse, por aho­ra, has­ta La ansiedad: Una nov­ela trash, del argenti­no Daniel Link, elab­o­ra­da con men­sajes de emails y sim­u­la­ciones de chat: “En esta nov­ela, del año 2004, el pro­tag­o­nista es Inter­net, y la tra­ma inda­ga en las for­mas en que la tec­nología va trans­for­man­do nues­tras rela­ciones, sean éstas amis­tosas, amorosas, eróti­co-sex­u­ales o comu­ni­ca­cionales” (Kot­tow 259). Resul­ta intere­sante que, a medi­da que tran­scurre la tra­ma, Inter­net recibe de man­era raciona­da noti­fi­ca­ciones del lab­o­ra­to­rio en torno a su esta­do seropos­i­ti­vo, como si el VIH se colara por los inter­sti­cios de la nar­ración, tam­bién, como un virus (de com­puta­do­ra). Más recien­te­mente, la exper­i­mentación en este sen­ti­do la mate­ri­al­iza Sudor de Alber­to Fuguet, nov­ela en que el for­ma­to de Grindr –como apli­cación– tor­na en portátil el por­tal al pun­to que facili­ta su recreación en la pági­na. Aun así, el modo par­tic­u­lar en que la estrate­gia se man­i­fi­es­ta en la edi­ción pro­duce dudas acer­ca de su efec­tivi­dad como recur­so lit­er­ario en este momen­to histórico.