Ondergraund.com de Juan Antonio Rodríguez Pagán:
elusiva y contundente picaresca ‘queer’1
por Carlos Vázquez Cruz
UNC—Chapel Hill
En 2017, a diez años del fallecimiento del intelectual puertorriqueño Juan Antonio Rodríguez Pagán, su editor extrae de la computadora que heredase de él, el manuscrito de una novela breve, Ondergraund.com, publicada clandestinamente por el autor en 2007 bajo el seudónimo “Toni Botero”. Una vez revelada la identidad real del escritor, aquel relato del cual sólo se imprimen doce copias comienza a desbordarse de referentes y significados que lo enriquecen. Tal clandestinidad, la temática homosexual, el hecho de que su creador fuese una figura reconocida de la escena cultural en la isla, y el número reducido de copias impresas, conectan su propuesta con las de escritores antillanos como el cubano Alfonso Hernández Catá –quien, en 1928, da a la luz en España su novela El ángel de Sodoma bajo el sello Mundo Latino, editorial que él mismo fundase– y el dominicano Pedro René Contín Aybar –quien, en 1943, difunde en Santo Domingo sólo 30 copias mimeografiadas de su poema Biel, el marino.
En lo que respecta a este ensayo, compete definir dos términos de reciente cuño: “queercaresca”, adjudicado por Rafael Acevedo (2015) a la atmósfera y los rasgos picarescos detectables en los cuentos de Luis Negrón en Mundo cruel (2010), y “queer migration”, presentado por Lawrence La Fountain-Stokes en Queer Ricans (2009) para designar al catálogo de personalidades gays puertorriqueñas de primera y de segunda generación en los Estados Unidos, en su mayoría forzadas a abandonar Puerto Rico como consecuencia de su orientación sexual.
El término de La Fountain-Stokes sirve como sombrilla que ampara el “sexilio” propuesto por Manolo Guzmán en 1997 y reelaborado en 2011 por Yolanda Martínez-San Miguel. Sin embargo, a diferencia de este, también abarca el “exilio interior” o “insilio”, a través del cual Miguel Salabert denomina la existencia “cautiva y marginada en sus propias entrañas físicas” (11). De acuerdo con Daniel Illanes, “[e]l insilio se trata de estar sin ser dentro de la propia patria. Es una identidad vulnerable porque es una memoria reprimida. El insilio se caracteriza por el silencio” (32). El crítico enlaza el término al acto escritural al comentar que “a partir de la escritura con marca de género…es factible pensar en cierto nomadismo identitario que para escribir sitúa al cuerpo como lugar de enunciación” (Illanes 32).
Este trabajo presenta la mencionada novela de Rodríguez Pagán, reflexiona sobre su inscripción dentro de una tradición picaresca gay que germina del mismísimo Lazarillo de Tormes, y plantea sus desplazamientos entre el texto virtual y el libro material como plataformas inherentes a fugas y búsquedas propias de escritores gays a través del tiempo.
En cuanto al autor de la obra que nos ocupa, Miguel Ayala (2007) detalla su constante actividad hasta el momento inmediato a su muerte. Rodríguez Pagán se distingue como Escritor Residente del recinto de Humacao de la Universidad de Puerto Rico (UPRH), en donde labora durante 38 años y, entre otras responsabilidades, dirige el Departamento de Español en, por lo menos, dos ocasiones. Además, fallece en funciones como presidente del PEN Club de Puerto Rico y como director de la compañía de teatro Producciones Cundiamor. Entre sus obras, se destacan Gabriela Mistral: Voz de la América hispánica (1969), Lorca en la lírica puertorriqueña (1979), El otro lado de El público, de Lorca (1999) y Julia en blanco y negro (2000), referencia obligada para los estudiosos de nuestra indiscutible poeta nacional, Julia de Burgos. Sin embargo, aunque tanto Ayala como el Departamento de Español de la UPRH revelan que Rodríguez Pagán deja inédita la novela Convento de clausura (Ayala nd) o “por lo menos una novela” (DE 9), ninguno evidencia entonces conocer la existencia de Ondergraund.com, parodia –en parte– de La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades y que, como ella, exhibe “la autobiografía de un personaje de ínfima condición social que pretende justificar cínicamente su deshonra” (El Lazarillo 39).
Queercaresca
Ondergraund.com narra la historia del protagonista homónimo, quien afirma haber nacido de la Internet y cuenta –valiéndose de anacronismos, sobredosis intertextuales, lenguaje descarnado e hilarante humor– su hiperactividad erótica floreciente en las entrañas de un espacio geográfico que pudiese retratar al Puerto Rico rural de la tercera parte del siglo XX. La obra dialoga en más de un sentido con su molde, El Lazarillo de Tormes: utiliza el seudónimo en vez del anónimo y sustituye el tratado (del verbo “tratar”) por la entrega (del verbo “entregar[se]”) con tal de abonar a la polisemia de ambos, procedente uno del tratado como documento y la otra de la novela por entregas. Además, reflexiona sobre el tema de la homosexualidad presente en la obra fundadora.
Rodríguez Pagán enfatiza que el “Tratado Cuarto” del Lazarillo es “una crónica velada del homosexualismo entre los monjes” (60). Para colmo, añade en su “Quinta Entrega” el supuesto fragmento que llena la elipsis dejada por Lázaro cuando expresa: “por esto, y por otras cosillas que no digo, salí dél” (Rodríguez Pagán 60; El Lazarillo 157). En resumidas cuentas, Ondergraund.com no sólo pretende copiar, sino también criticar y completar su referente.
Tal revelación no resulta gratuita. En “Los zapatos rotos del Lazarillo de Tormes”, José Manuel Pedroza sostiene que “todo el episodio [refiriéndose al ‘Tratado cuarto’] contiene veladas alusiones a relaciones homosexuales y forzadas impuestas por el fraile de la Merced” (72). Y es esa elipsis en el texto original, que no afirma ni concede, la que permite a varios escritores gays apropiarse de la picaresca como modelo por antonomasia y esgrimirla, tanto para transgredirla como para poner sobre el tapete discusiones relativas a la homosexualidad y los homosexuales según geografías o momentos específicos. Enunciar y elaborar, en el siglo XX, lo que aquel autor anónimo del siglo XVI no pudo siquiera articular ha sido la encomienda asumida por el mexicano Luis Zapata en El vampiro de la colonia Roma (1978) y por los españoles Eduardo Mendicutti y Carlos Sanrune en Siete contra Georgia (1987) y El gladiador de Chueca (1992), respectivamente. Dado lo anterior, aunque Acevedo crea y aplica el término “queercaresca” a un texto reciente, no cabe duda de que Ondergraund.com y los anteriores merecen engalanarse con tal concepto en la crítica.
Aun cuando las novelas mencionadas exhiben rupturas en relación con la fuente primaria –sea en la forma del título, en la presencia o ausencia de los subtítulos, en la emergencia de un registro letrado (aunque travestido) de la voz narrativa– la queercaresca de Rodríguez Pagán violenta el prototipo regresando a él. Sin embargo, se distancia años luz de sus precedentes por un hecho singular: es ya el siglo XXI, y Ondergraund.com se inaugura en un blog.
El domingo 25 de junio de 2006, a las 5:40pm, http://www.ondergraund.blogspot.com adelanta un fragmento de la “Primera entrega” –hibridación entre el primer y el último capítulos del texto impreso– a manera de provocación y publicidad, e insta a los lectores a comprarlo. En otras palabras, la obra que aparece en el libro nace en la internet, pero, en la última página, la novela devuelve a los lectores al ciberespacio para, desde ahí, recomendarles de nuevo el texto, creando una especie de limbo entre la plataforma virtual (blogosfera) y la material (imprenta).
Al respecto, Ondergraund.com modifica el final de El vampiro de la colonia Roma. Esta última culmina cuando el protagonista sueña con que los extraterrestres lo rapten hacia el espacio sideral. En la anterior, el personaje principal retorna al espacio virtual. Ello permite identificar cada obra como hija de su tiempo, y señalar, en ambas, facetas de la fuga.
Plataformas textuales
Esa fuga, cual fenómeno migratorio, marca la vida de Ondergraund desde antes de nacer. El origen de sus padres y sus múltiples desplazamientos determinan los movimientos del protagonista a través de la trama. Por ende, compete recalcar aquí la migración virtual2 acontecida al final porque la virtualidad funge como locus alternativo –o no-lugar– que le facilita al sujeto gay diseñar alter-egos, a la vez que rebasar las fronteras nacionales de comunicación e, incluso, tornarse (casi/pseudo-) indetectable.
La relación entre los homosexuales y las tecnologías, sobre todo de computación, se han demostrado en trabajos como “A Queer History of Computing”, ensayo en cinco partes publicado por Jacob Gaboury (2013), Queer Online: Media, Technology and Sexuality (O’Riordan & Phillips, eds. 2007) y “QueerOS: A User’s Manual” (Barnet, Blas, Cárdenas, et al 2016). De esta forma, la aparición del ciberespacio destapa nuestro período histórico como época de exploración en cuyo tránsito autores y personajes dotan sus existencias de una discursividad ulterior (sub)yacente o implícita en el medio que fije o transmita el mensaje: el email, el blog, la internet… Por ello, el espacio virtual transmuta las maneras en que los gays hacen comunidad, sea para pactar encuentros sexuales o para levantar su activismo desde una amplia gama de flancos, incluida la escritura, si evocamos el “nomadismo identitario que para escribir sitúa al cuerpo como lugar de enunciación” (Illanes 32).
Cabe reflexionar sobre las diversas plataformas textuales que inciden en la producción y el discurso de estas literaturas. En primer lugar, la norma imperante durante siglos: la imprenta, la cual estampa códigos lingüísticos y bibliográficos –entre los que prima el nombre del autor como máximo poder sobre el producto literario. Por eso, en Lazarillo de Tormes el anonimato socava tal autoridad y deviene en insurrección en torno a los protocolos que reconocen la creación, la posesión y el prestigio de quien se adjudica una obra. Tal rebelión es la que procuran mantener, a la vez que atemperar a su época, los escritores posteriores, valiéndose –Zapata, Mendicutti y Sanrune (entre 1978 y 1992)– de las cintas de audio y –Rodríguez Pagán (en la primera década del 2000)– de la internet. Asimismo, sus propuestas adelantan la redefinición del escenario cyberqueer en tanto conectan al individuo en cuestión con los artefactos tecnológicos que lo comple(men)tan.
Debemos rescatar la asociación tradicional que, desde el sicoanálisis, se hace entre el sujeto gay y el narcisismo con tal de esbozar sus nuevas modalidades. Hay que señalar la página en blanco como esa charca o espejo original de la escritura sobre el que cada autor inclina el rostro y se autocontempla a través de lenguajes y personajes que fluyen de sí, a la vez que lo reflejan. Después de todo, estos últimos cohabitan en él, y el “Yo” que pronuncian resuena dentro de su mente. La versión más actualizada e indiscutible de dicho espejo la constituye la pantalla del ordenador, ante la cual trabajan los escritores sin advertir o cuestionar su propio reflejo, casi imperceptible en ella.
“Queercaresca” y “migración queer” convergen en Ondergraund.com porque, en última instancia, la novela implica la salida furibunda de un sitio al que, sin remedio, se retorna, pero que jamás será el mismo por ubicarse en un espacio impreciso y hallarse en constante movimiento. Dicho hábitat, disfrazado de útero –“Alguien me dijo que, en saliendo del vientre de mi madre, de haber tenido madre… aquella debió llamarse Onder Graúnda”–, es “[l]a Internet, mi madre amantísima” (Rodríguez Pagán 25, 74). Por tanto, el libro comienza con el nacimiento de un ser y de su historia, para concluir con la difuminación del protagonista en el ciberespacio, paradójicamente, como suerte de cárcel –“De ahí vengo yo y hacia allí me dirijo… En http://www.ondergraund.blogspot.com estoy a tus gratas órdenes”– para permanecer “preso en mis propias redes” (Rodríguez Pagán 75).
La evocada relación maternofilial remite a la ‘reproducción’, concepto común al circuito bibliográfico y tecnológico, o al de las plataformas textuales. El libro se replica por copias; ciertas partes del blog presumen de duplicar a sus homólogas en el texto impreso, y la presente edición de Ondergraund.com también se ofrece a los lectores como la novela. A este respecto, la internet aludida como madre de lo clandestino, además de reproductora, deviene en elemento “viral” y “rizomático”. Lo viral se admite, ya que la trama también alude a “enfermedades de transmisión sexual”, “sífilis”, “gonorrea” y “SIDA” (Rodríguez Pagán 43, 73).
Lo rizomático anida en el carácter huidizo, inasible, de escapismo profundo, que se advierte entre lo virtual y lo material, el tríptico protagonista–seudónimo–autor real, así como la dualidad Ondergraund–administrador del blog vs. Ondergraund–actante de la ficción narrativa. Todos validan el que se vincule la novela de Rodríguez Pagán a otro término de la informática: la redundancia3 o “repetición de la información…que permite, a pesar de la pérdida de una parte de esta, reconstruir su contenido” (DRAE, 2018).
En Ondergraund.com, el autor transita con holgura entre la concreción del libro y la abstracción web, entre el interior y las afueras de un clóset, entre rostro y máscara, entre “faz” e “interfaz”, si le aplicamos la “conexión, física o lógica, entre una computadora y el usuario” (DRAE 2018). Debido a ello, los onomásticos de Rodríguez Pagán –en apariencia, independientes– también constatan el juego infalible de alteridades en su maquinaria narrativa.
A modo de repaso, recordemos que la incorporación de la red como medio para narrar las aventuras amorosas gays de modo literario no es exclusiva, ni debe interpretarse como primicia de Rodríguez Pagán. En 2005, en España, Álex Rei obtiene el VII Premio Odisea con El diario de J. L., libro que reúne las reflexiones y aventuras de un hombre gay, viajante, deseante, en continuo diálogo con el mundo explorado. Se trata de un ente inmerso en autodescubrimientos, mientras navega las sutilezas cotidianas que traslucen por los resquicios de una supuesta banalidad despampanante. La novela de Rei presumiblemente nos deja un heredero directo en el Diario de una puta humilde de David Caleb Acevedo (2012), quien también reúne gran parte de las entradas que publicara en su blog a partir de 2006.
Desde Rei, pasando por Rodríguez Pagán y terminando por este otro Acevedo, se constata un diálogo de literaturas gays hispanoamericanas que se propicia o corresponde en torno a formas más continuas y dramáticas signadas por tecnologías aceleradas capaces de rebasar geografías. También, estas relaciones delatan una transición inversa de las plataformas textuales, ya que estamos ante libros inaugurados en la virtualidad de la internet –al parecer frágil o perecedera– y que vuelven a la materialidad tradicional de la página, como una especie de ‘viaje a la semilla’.4
Conclusión
Ondergraund.com equivale a resquicio de libertad: escribir(se), articular(se), pronunciar(se), evanescer(se). En esos verbos se conmutan maneras de fabular(se) y de fabricar(se): se hilvana una red de relaciones por medio de las cuales el autor aspira a la perpetuidad de su obra y, en ella, a la prevalencia de múltiples ficciones de sí. En tanto líquida e intersticial, esta novela nos enseña lugares de enunciación que inciden en torno a una pieza literaria: la relación con y la transgresión de su modelo; la migración del ser y de las plataformas sobre las cuales se erige; la instauración de nuevas tecnologías como extensión corporal (cuerpo/corpus), y la búsqueda incesante de artistas que escriben –desde los límites propios, del género literario y de su tiempo– las experiencias que les ha tatuado su historicidad biológica. Ante sus contados (des)encantos, un protagonista navega por la internet o se declara cibernauta de un espacio virtual y nos deja Ondergraund.com como nave anclada cual evidencia de que una vez tocó tierra, pero optó por levar anclas, quizás para rencontrarse –en otro plano– con su autor.
Trabajos citados
Acevedo, Rafael. “NO tolero a los gays”. Claridad. 22 junio 2010. 12 mar. 2015. Web.
Ayala, Miguel. “Juan Antonio Rodríguez Pagán”. Panaceas y Placebos. 12 agosto 2007. Web.
Anónimo. La vida de Lazarillo de Tormes. Madrid: Clásicos Castalia, 1993.
Diccionario de la Lengua Española (DRAE). Madrid: Real Academia Española, 2018. Web.
Genettte, Gerard. Umbrales. Traducida por Susana Lage. México: Siglo XXI, 2001.
Guzmán, Manolo. “‘Pa’ la escuelita con mucho cuida’o y por la orillita’: A Journey through the Contested Terrains of the Nation and Sexual Orientation”. Puerto Rican Jam: Rethinking Colonialism and Nationalism. Editado por Frances Negrón-Muntaner y Ramón Grosfogel. Minneapolis: U of Minnesota P, 1997. 209–28.
Departamento de Español (DE). Cuadrivium, 7–9. 5 (2007): 9–10, 97–146.
Illanes, Daniel “Chango”. “Exilio e insilio: Una mirada sobre San Juan, su universidad y las herencias del proceso”. U: Revista La Universidad. 3.19 (2006).
La Fountain-Stokes, Lawrence. Queer Ricans: Cultures and Sexualities in the Diaspora. Minneapolis: University of Minnesota Press, 2009.
Kottow, Andrea. “El SIDA en la literatura latinoamericana: Prácticas discursivas e imaginarios identitarios”. Aiesthesis 47 (2010): 247–60.
Martínez-San Miguel, Yolanda. “‘Sexilios’: Hacia una nueva poética de la erótica caribeña”. América Latina Hoy 58 (2011): 15–30.
O’Riordan, Kate y David J. Phillips, eds. Queer Online: Media Technology and Sexuality. Nueva York: Peter Lang Publishing, 2007.
Pedroza, José Manuel. “Los zapatos rotos del Lazarillo de Tormes”. Analecta Malacitana 36 1–2 (2013): 71–100.
Rodríguez Pagán, Juan Antonio (bajo el seudónimo de Toni Botero). ON.DER.GRAUND. com. San Juan: CLANDESTINO, 2006a.
—. (bajo el seudónimo de ONDER.GRAUND). ONDERGRAUND. Jun. 2006b. Web. 15 marzo 2016.
Salabert, Miguel. El exilio interior. Barcelona: Anthopos, 1998.
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Ponencia presentada como parte del panel “Identidades queer en clave caribeña” durante el congreso Calibanías y caribeñidades: Espacios y topografías en Marquette University el viernes, 6 de abril de 2018.
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“3. Inform. Paso de los programas, archivos y datos de un sistema desde una determinada plataforma tecnológica a otra diferente” (DRAE, 2018).
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La ‘redundancia’ se devela también de manera obvia al calce de la “Primera entrega” publicada en el blog, en que —como se dijera antes— ONDER.GRAUND asegura contar su historia “de boca de Toni Botero” (Rodríguez Pagán 2006b), mientras que, en la “Nota Bene”, la voz editorial confirma que “On.Der.Graund.com es [la] ópera prima” de Toni Botero (Rodríguez Pagán 2006a: 2). Por lo tanto, queda en evidencia que ambos son la misma persona. Ello sin contar que, años después, se conocería la presencia tras bastidores de Rodríguez Pagán, autor real de la novela. Como consecuencia, los tres se funden en una misma entidad. Dentro de la diégesis, otra madeja se consuma cuando ONDER.GRAUND, el personaje del blog confiesa ser el propio Ondergraund.com, el protagonista –“la historia de mis anhelos y desventuras, la cuento en On Der Graund.com” (Rodríguez Pagán 2006b). Entonces los extremos virtuales y literarios se conectan: el escritor real resguardado allende la obra, y el alter ego que ejerce poderosa, gustosa, estridentemente, su homosexualidad.
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La experimentación de autores gays latinoamericanos con la red cibernética puede rastrearse, por ahora, hasta La ansiedad: Una novela trash, del argentino Daniel Link, elaborada con mensajes de emails y simulaciones de chat: “En esta novela, del año 2004, el protagonista es Internet, y la trama indaga en las formas en que la tecnología va transformando nuestras relaciones, sean éstas amistosas, amorosas, erótico-sexuales o comunicacionales” (Kottow 259). Resulta interesante que, a medida que transcurre la trama, Internet recibe de manera racionada notificaciones del laboratorio en torno a su estado seropositivo, como si el VIH se colara por los intersticios de la narración, también, como un virus (de computadora). Más recientemente, la experimentación en este sentido la materializa Sudor de Alberto Fuguet, novela en que el formato de Grindr –como aplicación– torna en portátil el portal al punto que facilita su recreación en la página. Aun así, el modo particular en que la estrategia se manifiesta en la edición produce dudas acerca de su efectividad como recurso literario en este momento histórico.