Flores y flores en mis manos crecen.

El dulce mila­gro

¿Qué es esto? ¡Prodi­gio! Mis manos florecen.

Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.

Mi amante besome las manos, y en ellas,

¡oh gra­cia! bro­taron rosas como estrellas…”

(Jua­na de Ibarbourou)