lo metió raso y lo sacó sargento.
Expresión que metaforiza los galones sobre los hombros de los uniformes militares que revelan los diversos rangos, para ‑con ellas- dotar de humor al “accidente” que acontece en el intercambio sexual. Conviene comentar la frase porque, igual a como sucede con la canción “Menéalo que se empelota” [“Primera entrega”], Rodríguez Pagán inserta en su obra elementos ultramachistas e hipermasculinos para ridiculizarlos y resemantizarlos en una novela de temática abiertamente gay. Aunada a las críticas incisivas y directas a la sociedad o a los organismos políticos de su momento, estas sutilezas conforman una de las tantas aristas en las que el autor subvierte el orden.